martes, 8 de febrero de 2011

El don y la virtud de la humildad

La humildad es madre de todas las virtudes, así como la soberbia es la madre de todos los pecados y vicios. La experiencia espiritual y la tradición mística así lo atestiguan. El cimiento sólido para todo el edificio cristiano, para edificar una personalidad cristiana es la humildad. Sin ella, nada hay válido, ni duradero.


Situémonos con dos textos del gran san Agustín:

Si quieres llegar a la verdad, no busques otro camino que el que trazó el mismo Dios, que conoce nuestra enfermedad. Ahora bien, el primero es la humildad, el segundo es la humildad, el tercero es la humildad, y cuantas veces me lo preguntases te respondería la misma cosa. No quiero decir que no haya otros mandamientos, sino que la humildad debe preceder, acompañar y seguir a todo lo bueno que hacemos... si no el orgullo nos lo arrebata todo (S. Agustín, Epist. 118,22).

        Sigamos, pues, los caminos que él nos mostró, sobre todo el de la humildad. Tal se hizo él para nosotros. Nos mostró el camino de la humildad con sus preceptos y lo recorrió él mismo padeciendo por nosotros. No hubiera sufrido si no se hubiera humillado. ¿Quién sería capaz de dar muerte a Dios si él no se hubiese rebajado? Cristo es, en efecto, Hijo de Dios, y el Hijo de Dios es ciertamente Dios. Él mismo es el Hijo de Dios, el Verbo de Dios, de quien dice San Juan: En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios. Él estaba al principio junto a Dios. Por él fueron hechas todas las cosas y sin él no se hizo nada. ¿Quién daría muerte a aquel por quien todo fue hecho y sin el cual nada se hizo?  ¿Quién sería capaz de entregarle a la muerte si él mismo no se hubiese humillado? Pero ¿cómo fue esa humillación? Lo dice el mismo Juan: El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. El Verbo de Dios no podría ser entregado a la muerte. Para que pudiera morir por nosotros lo que no podía morir, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. El inmortal asumió la mortalidad para morir por nosotros, para con su muerte dar muerte a la nuestra. Esto hizo Dios; esto nos concedió. El grande se humilló; después de humillado se le dio muerte; muerto, resucitó y fue exaltado, para no abandonarnos muertos en el infierno, sino para exaltarnos consigo en la resurrección final a quienes exaltó ahora mediante la fe y la confesión de los justos. Nos dejó la senda de la humildad.” (S. Agustín, Sermón 23 A,3-4).



    La autosatisfacción de lo ya alcanzado, sin deseos de mayor santidad y mayor perfección, es la soberbia espiritual, la parálisis del alma. Sólo quien de verdad anhela ardientemente la santidad está en camino, en continuo progreso. Sabe que necesita más. Nada, excepto el corazón, garantiza la santidad: ni los hábitos, ni los muros del Monasterio, ni la propia consagración aseguran la santidad, ni la pertenencia a un determinado Movimiento, grupo, comunidad o asociación. Todo lo anterior será una ayuda, pero no garantiza per se  la santidad. Hay que convertirse al Señor. Hay que avanzar. Hay que dejar obrar a la Gracia.

    Se trata hoy de considerar la virtud de la humildad, ponderarla, desearla, examinarnos en humildad y ver cómo adquirirla y cómo corregirse. Pero sin fingimiento, sin falsas humildades, sin excusarse, ni mirar los defectos de los demás; no disculparse pensando "si tuviéramos esto...", "si pasara aquello...", porque Dios da gracia suficiente, y da los medios necesarios en los momentos oportunos. 
Se trata hoy de humillarse, abrir la conciencia a la verdad de Cristo y trazar una seria disciplina espiritual para vencer la soberbia y convertirse al Señor, el Verdadero Humilde. Al Humilde, por intercesión de la Virgen, llena de gracia, pedir la gracia de la humildad.

15 comentarios:

  1. Se trata hoy de considerar la virtud de la humildad, ponderarla, desearla.

    El abad Hiperequios dijo: «Imita al publicano para no ser condenado con el fariseo. Imita la mansedumbre de Moisés, para que conviertas la roca de tu corazón en fuente de aguas vivas».

    Para rezar: Lc 18, 9-14

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  2. Catequista Palma del Río08 febrero, 2011 09:55

    "... Se trata hoy de humillarse, ABRIR LA CONCIENCIA DE LA VERDAD DE CRISTO y trazar una seria disciplina espiritual para vencer la soberbia y convertirse al Señor.
    Por intercesión de la Virgen, llena de gracia, pedir la gracia de la humildad".

    Tras la catequesis de ayer (si la ponemos en práctica todos, todos los días, el premio es inimaginable)D. Javier nos ha mostrado el camino, tenemos un modelo a imitar en Nuestra Madre la Viergen María.

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  3. Estoy de acuerdo con la Catequista de Palma del Rio en todo.
    ¿Quién pudiese llegar a ser tan humilde como el Señor que nació en un pesebre siendo el Rey de todos los reyes? Si en nuestro pensamiento viviese esa estampa por siempre...pero ¡qué difícil

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  4. Sólo negándonos a nosotros mismo podemos ser herramientas eficaces en le plan de Dios. La herramienta es humilde, no reclama para si nada más que su sincero e incondicional ofrecimiento al Artista. Dios nos ayude a sabernos y entendernos como sus herramientas.

    Un abrazo a todos :)

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  5. Como seguramente ninguno andaremos sobrados de tal virtud, oremos unos por otros.

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  6. Jesús manso y humilde de Corazón, -Óyeme.

    (Después de cada frase decir: Líbrame Jesús)

    Del deseo de ser lisonjeado,

    Del deseo de ser alabado,

    Del deseo de ser honrado,

    Del deseo de ser aplaudido,

    Del deseo de ser preferido a otros,

    Del deseo de ser consultado,

    Del deseo de ser aceptado,

    Del temor de ser humillado,

    Del temor de ser despreciado,

    Del temor de ser reprendido,

    Del temor de ser calumniado,

    Del temor de ser olvidado,

    Del temor de ser puesto en ridículo,

    Del temor de ser injuriado,

    Del temor de ser juzgado con malicia

    (Después de cada frase decir: Jesús dame la gracia de desearlo)

    Que otros sean más amados que yo,

    Que otros sean más estimados que yo,

    Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse,

    Que otros sean alabados y de mí no se haga caso,

    Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil,

    Que otros sean preferidos a mí en todo,

    Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda,

    Oración:

    Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo.

    Amén.

    del Cardenal Merry del Val

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  7. ¡Qué difícil!, ¿no? Es una muestra más de la santidad de Merry del Val, pero veo un reto recitarlas con deseo. Ojalá la gracia suscite el deseo y las podamos rezar con verdad.

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  8. Sí, muy difícil. En ello estamos :) con la ayuda de la gracia.

    Pax

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  9. ¡¡¡Madre mía, qué difícil!!!

    Veo que para estar "al loro" completamente, hay que entrar varias veces al día en este blog.

    Gracias, D. Javier

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  10. Catequista Palma del Río08 febrero, 2011 17:29

    Cada día el listón es mayor.

    Yo me quedo y pongo en práctica ...DEL DESEO...

    Del temor... es casi un reto; y pido vuestras oraciones para poder recitar de verdad ...que otros...

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  11. Si Él que es el Motor de la Creación entera, pasó por delincuente, despreciado de las gentes, ni figura humana tenía que pudiera despertar ningún aprecio, gusano pisoteado por todos...bien podemos nosotros, ante cada caída y falta de amor considerarnos escoria, al menos hasta el momento de ser regenerados en Su Sangre y en Su Santo Cuerpo. Primero recibiendo su Misericordioso Perdón Sacramental y recibiendo agradecidos y amantes Su Santa Eucaristía.

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  12. He pasado para recitar la oración.

    Que el Señor les bendiga a todos

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  13. La gran humillada...la humildad....Como se la pido al Señor!! Quiero entrar en esta virtud, la deseo con celo porque en ella está el secreto de la Vida Eterna que se nos dá cada dia....mi orgullo aun coletea, y quisiera arrancarlo..pero hasta en este deseo veo orgullo...El, solo El debe llevarme poco a poco por este camino humilde como El vea conveniente. Me ha encantado entrar aquí.

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  14. Hola D.Javier. "el primero es la humildad, el segundo es la humildad, el tercero es la humildad," me lo grabaré a fuego el la cabeza esta semana, lo bueno de convivir es que ejercito y me ejercitan en esta virtud con frecuencia. Me sumo al rezo de unos por otros para ser más virtuosos.Un abrazo.

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  15. Que bonito es ser humilde sabiendo que es Nuestro Padre Celestial quien nos llena con su Gracia.
    Ser humildes de corazón, ofreciendo todo lo nuestro al Señor para que El nos guie por esta senda de lágrimas .
    No somos de este mundo pero vivimos en él, sólo de paso pero en él estamos.
    Ser conscientes de esto y dar todos los dones que nos ha regalado nuestro Padre siempre con humildad.
    Dios les bendiga a todos

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